dilluns, 19 d’octubre del 2009

Dejarse llevar

Leer en el metro, mirar a los ojos al que tengo enfrente, curiosear qué estás leyendo; pensar en si alguien ojea lo que estoy leyendo yo. Ahora mismo Desayuno en Tiffany's: pasear por Nueva York, desde el metro de Barcelona. Pasear por una gran librería, elegir libros... dudar entre La Pell Freda o Nocilla Experience. Finalmente me atrevo con Rayuela. ¿Será el momento?. Me parece, o más bien tengo la sensación de que es el momento de muchas cosas, y sin embargo, siento que me faltan horas. Escribo este post en la última media hora del máster cuando sólo habla el típico listo, que yo, al menos, no entiendo. Pero son muchas las cosas que no entiendo.

Pensar en el fin de semana para volver a convertir los días en algo ebrio, sórdido y borroso, donde ni busco ni encuentro, sólo me dejo perder. Soñar con hielos derretidos, y bebiéndote en un rincón, cuando jamás había pensado en ello. Mirar el móvil esperando un mensaje desde tu vergüenza treintañera. No llegará.

Ser lunes, y sentirme en martes.

Pensar que me meto en berenjenales bien grandes, y que esta semana me escaqueo de horas de trabajo para poder hacer cosas bastante elementales como dormir o comer. Resolver conflictos diarios en el trabajo, ir de aquí para allá, pensar si soy buena en lo que hago. Dudarlo ante la dificultad de sacarle de la cabeza a una de mis loquitas que tiene que salir, enfrentarse al estado depresivo que la oprime y volver a sonreír. Soltar el parrafón de mi vida para que entienda que hay que vivir, ponerle incluso ejemplos propios para que entienda que SE PUEDE SUPERAR.

Echar el Euromillón por si nos quiere tocar, y pensar en mi presupuesto para comprar lotería, por el "¿y si cae aquí?.

¿Te imaginas que toca?

Vestido negro y medias rosas para sonreírte imaginariamente en un baile descompasado en el Sidecar, lugar por antonomasia del sábado noche. Pintarme las uñas de rojo, llevar un vestido gris. Valorar el iPod como el objeto más fundamental de mi vida, a parte de unos y otros libros que ocupan espacio en mis bolsos y estantes. Sentirme una ciudadana de más recién despertada, y una de menos cuando me voy a dormir, cansada, somnolienta, totalmente productiva, preparada para dejar de lado la pieza del sistema que soy, y perderme debajo del nórdico, escondida hasta la nariz.

Escuchar RAC1 a las 6.45 y ¿empezar otra vez?