diumenge, 17 de maig del 2009

Una casualidad llamada Vitaly

La casualidad es estar en un McDonalds de las Ramblas viendo cenar a tus amigos, rodeados del incivismo provocado por la segunda copa del Barça, y encontrarse al menor del reformatorio en el que trabajabas hace dos años, que se quedó con tu trencita antes de marcharte. La casualidad más agradable que recuerde.

diumenge, 3 de maig del 2009

Leyendo...

Todos los sueños se cumplen. Quizá no en quien los ha soñado, pero sí en otros. No hay un solo sueño por cumplir. ¿Que quisiste escribir una obra maestra? La historia de la literatura está llena de obras maestras. ¿Que habrías dado la mano derecha por se un gran pintor? La historia del arte está llena de genios. ¿Que un gran arquitecto? Ahí tienes a Foster, a Calatrava, a Zumthor. ¿Qué hubieras preferido ser famoso a secas, sin demostrar ningún mérito? Enciende la tele y la verás llena de gente que alcanzó su sueño, que quizá no era el suyo. Muchas personas han destacado en esto o lo otro por casualidad, sin habérselo propuesto. No estaba en mi horizonte, dicen, jamás pensé que me convertiría en actor o en neurocirujano o en cómico o en obispo. Sin duda, fueron sueños de otros que se cumplieron en ellos.
También los deseos malos se cumplen. Si has imaginado disponer de un sótano secreto, con una presa a la que violabas a discreción, ahí tienes al monstruo de Amstteten. Si has fantaseado con la posibilidad de bombardear a una población civil y enviar luego ambulancias a recoger los restos, ahí tienes a Bush. Si en sueños te has visto provocando una catástrofe económica de carácter planetario, ahí tienes a Madoff. ¿Que todos estos deseos que nacieron en ti no se han cumplido en ti? De acuerdo, pero seguro que tú has realizado algún sueño que pertenecia a otro. Tal vez te tocó la lotería sin que nunca hubieras pensado en esa contingencia. Es posible que el ascenso a director general, que ni se te había pasado por la cabeza, se fraguara en la imaginación de un compañero que lo deseaba de verdad. La mayoría de las ambiciones no se cumplen en quien las alimenta. Cada cuerpo, sin embargo, es dueño de su digestión y de su hambre y de su dolor. ¿Por qué?

Deseos.-- Juan José Millás.
EL PAÍS. Viernes 1 de Mayo de 2009.

divendres, 1 de maig del 2009

¿TE ACUERDAS DE CUANDO LOS CHICLES COSTABAN UN DURO?

Euromed preferente. Inesperado viaje, sin saber qué hacer en tres horas de tren. Cuando alguien te deja nunca sabes qué música escuchar. Seguramente sea mejor apagar el iPod, pero no lo hago. Escribo y pienso más en los Lacasitos que me daba cuando tenía 2 ó 3 años ,justo antes de irme a dormir, o en el día que me dijo que si no me casaba no me iba a regalar una lavadora. Ochenta y cuatro años son muchos ya, aunque no sé si suficientes.
Hasta hace poco nunca me había planteado la vejez. La posibilidad de que a mi vida lleguen demencias, artrosis, reuma, alzheimer. Cuando a uno ya le cuesta levantarse del sofá o agacharse a por el papel que se ha caído al suelo. Pese a dedicarme a lo que me dedico, no estoy preparada para ver la vejez con buenos ojos. Me resulta demasiado complicado ayudarles, seguirles el ritmo lento y apagado que muchas veces dan sus pasos. No encuentro las bromas que caracterizan mi relacion con mis niños discapacitados o con mis loquitos. Desde que soy trabajadora social he mostrado una gran incapacidad a la hora de acercarme a mis abuelas, mientras paradójicamente me acercaba a todo tipo de enfermos. Nunca supe entender la soledad de sus miradas de viejas viudas cuya expresión más común es la del desconsuelo, el aburrimiento y el no querer ser una carga. Miradas, generalmente de mujeres, que han sido fuertes; han parido a más de cuatro hijos, han ido al mercado sin saber casi ni leer, y han sacado adelante a más de diez nietos mientras sus hijos, nueras y yernos trabajaban para iuego irse de vacaciones a Benidorm y dejarlas a la espera de la vuelta al cole.
No, creo que no las apreciamos como debiéramos, y no las mimamos como lo han hecho con nosotros. No sé si nos alejamos por egoísmo o como forma de hacer más fácil la despedida que tarde o temprano ha de llegar. El miedo a las arrugs, los pañales de adultos, a ver como pierden los recuerdos y a la muerte.

Adiós abuela... al final fui la única nieta a la que no viste casarse... :)