Ayer noche, como otro domingo más, decidimos no irnos a dormir a la hora que habíamos prometido irnos a dormir. Una vez más, planeó sobre nuestras cabezas la idea de compartir un banquito vacío y una conversacion llena de cerveza muy fría y calimocho muy caliente. Podría repetir todo lo que dijimos, pero me gusta más la imagen de nuestra fotografía. El dibujo de un puñado de siluetas en la oscuridad, envueltas por el humo de unos cuantos porros. Aire calmo y apetecible. Piernas al descubierto y mangas cortas. Llega la primavera, y mi sangre alterada me hace creer que soy capaz de proponerte lo que en realidad no soy capaz de preguntarte. En realidad, me gustaría que fueses tú el que hiciese la propuesta. Dejo de fantasear, y me encuentro una sonrisa sincera, cerca de mis temblorosos miedos. Te devuelvo una sonrisa a medias, y asumimos que ya nadie se va a poder levantar antes de las 12. Otro lunes más sin ir a clase, otra semana que empieza tarde y con prisas. Otro lunes con ansias de borrachera, y con ganas de hacer lo que nunca conseguimos hacer los lunes... y al final, manitas, y una pelota luminosa que vuela desde tu cama a la mía, recordándonos que nos faltó una copa de menos, al menos para acabar un poco más juntos.
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