dimarts, 26 d’agost del 2008

Pataleta al amanecer

... Me gusta cuando tus manos bailan para mí,
cuando me encierro, en algún lugar no correspondido,
y me baño, me mojo...

Ver cómo te bebes el mar,
morderte los labios saldos.
Enredar mis piernas,
como un reloj en tu cintura,
para dar vueltas sobre el agua templada,
donde sólo hay espacio para tus dedos
sobre las teclas del piano.

(Sentirme acorralada,
frágil como una pompa de jabón,
atrapada en tu camino,
y tú, atravesado en el mío)

Salir del agua,
para borrar lo que escribimos
con nuestros pies mojados en la arena.

Tus manos sobre mis enormes caderas,
apretándolas, guardándote un pedazo
en los bolsillo de tu cuerpo desnudo.

En lugar de decir mi nombre,
lo formulas, lo dictas, lo compones...
Vuelve la música,
acompañada de olas cada vez menos amigas.
¿Por qué no me aprietas más fuerte, que tengo frío?

No querer quitarme las legañas que se van a llevar la historia de una noche pegada a ti en sueños. Despertarse en medio de la noche, con la luna molestando por la ventana... enredarme en las sábanas, intentar recuperar las coordenadas de ese sueño. Mezclar el transcurso del tiempo con las ganas, el olor del café de la mañana con la calidez de tu abrazo invisible.