Justo el otro día hablaba de los efectos de ver sonreír a un desconcido por la calle... hoy era yo la que sonreía. Debía sonreír tanto, que un chico me ha saludado; y debía estar tan contenta, que me he girado, y le he contestado un alegre hola. He pensado qué debía haber visto en mí, y me he mirado desde fuera. Sin duda he visto a una loquita subiendo la Via Laietana cargada con la mochila del trabajo, y dando zancadas de alegría, casi como cuando éramos niños e ibamos emocionadísimos al cole, sólo que esta vez iba a firmar mi nuevo contrato de trabajo para la obra social de una importante sucursal bancaria catalana... pensando de qué color serán las cortinas de mi casi-piso en el casi-Passeig de Gràcia.
Necesito 5 minutos seguidos libres para adquirir algo de conciencia sobre todo lo que me está pasando. Me voy a la cama.
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