divendres, 22 d’agost del 2008

Escribir de madrugada

A veces, el sentido que le doy a mis recuerdos, la forma de interpretarlos, el tono que adquieren con el paso del tiempo, e incluso el color con el que son teñidos, me hace pensar que mi cabeza funciona según unos códigos, que determinan el lugar que va a ocupar cada recuerdo.
Hay experiencias que no sé por qué, desaparecen. Ya sean por desagradables, tristes o duras, simplemente desaparecen. No están. No están hasta que algún día, de repente, algo que escucho, siento, veo (...) me hace relacionarlo con ese no-recuerdo que tengo. Es comprensible. Mi cabea (yo), no quiere tener presentes (ni pasadas) lo que quiera que sea/fuese desagradable, triste, duro, o simplemente digno de olvidar.
Sin embargo, hay otras veces que mi cabeza decide meter entre paréntesis algunos recuerdos muy concretos. Son fragmentos de una historia propia que en un determinado momento no convienen, no interesan, no convencen...; palabras, actos, besos, gestos que pese a ser coherentes con el momento en el que sucedieron, en tu cabeza perdieron toda conexión con el hilo conductor de la historia. Sabes que sucedieron, eres consciente de que están, que no se han ido, sin embargo, no cuentas con ellos. No los ignoras, porque sabes que están... es sólo que dejan de tener el valor que tenían el minuto después de haberse dado, perdiendo por tanto, cualquier significado real.
Y así, (entre paréntesis) vamos amontonando recuerdos
( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
Hasta que un día, una palabra, un acto, un beso o un gesto, funcionan como clave secreta, como código de acceso, y abren el paréntesis, pero lo abren sólo por un lado.
Dejan que el recuerdo se mueva, vaya y venga, salte, haga el pino y baile, pero no permiten transformarlo. Ni siquera siendo 100% conscientes de ese recuerdo a medio paréntesis, se puede transformar, porque se presenta con tal solidez que llega a instalarse en el almacén de los recuerdos normales, sin que haya posibilidad de sacarlos del contexto, de extrapolarlos.
Con el paréntesis abierto se hila una historia, que conduce al recuerdo de algo más real. Es ese (recuerdo), el que de repente, sin haber sido modificado, cambia todo el significado de la histoira, creando así un nuevo recuerdo general, en el que el malo puede haber pasado a ser el bueno, y la buena puede haber pasado a ser la mala.
Cuando en nuestra cabeza se abre un paréntesis, no siempre lo abrimos nosotros, a veces, se abren solos, cuando ellos mismos re-encuentran su lugar... sólo que para eso tienen que repetirse las condiciones que lo generaron. Una vez abierto, sea de la forma que sea, se instala, y es el momento en el que uno de repente encuentra sentido a las cosas, o al contrario, llega a pensar "en qué estaba pensando yo".