Hoy quiero que vuelvas a dibujarme desnuda. No veo el momento de encontrarme de nuevo con esa mirada concentrada y atenta a cada uno de los pliegues de mi piel; me muero literalmente de ganas, por convertirme de nuevo en la musa de tus dibujos; por volver a ver cómo mis brazos son carboncillo, y mis piernas dos lápices sin punta. Por volver a ver mi cuerpo dibujado con seis trazos que ni son lineas ni son rayas; volver a sentir cómo tus dedos moldean mis caderas en plastilina, o como mis pechos de barro se vuelven firmes al contacto con el aire.
En mi mesa ya no hay restos de acuarela, ni pínceles sucios; no hay trozitos de cartón donde dibujar las paredes de mi habitación, ni tampoco hay bocetos de noches enteras de sueños despiertos, donde enredábamos tu cuerpo y el mío como en el Rapto de Proserpina.
Hoy te juro que no me movería, que posaría para tí como nunca quise hacerlo (maldita vergüenza, que ahora me mantiene encadenada a ti), que no me ocultaría debajo de las sábanas, que en tus dibujos siempre aparecían alrededor de mis pies, atándome a la cama que nos permitía estar juntos. Hoy me estaría quietecita, y te dejaría dibujar sobre mi piel, pero esta vez no con chocolate, ni tampoco con lágrimas; me bañaría en mármol para ser un material precioso (y preciado) a los ojos de un escultor. Para convertirme en tu material duro y pesado. Para estar mucho tiempo trabajando bajo tus órdenes, bajo tus manos.
Hoy sé que si te viese dibujando en la calle, te rondaría hasta que me mirases, y sabiendo cómo eres, esperaría a que me sonrieses con esos ojos negros.
Hoy te juro que no me movería, que posaría para tí como nunca quise hacerlo (maldita vergüenza, que ahora me mantiene encadenada a ti), que no me ocultaría debajo de las sábanas, que en tus dibujos siempre aparecían alrededor de mis pies, atándome a la cama que nos permitía estar juntos. Hoy me estaría quietecita, y te dejaría dibujar sobre mi piel, pero esta vez no con chocolate, ni tampoco con lágrimas; me bañaría en mármol para ser un material precioso (y preciado) a los ojos de un escultor. Para convertirme en tu material duro y pesado. Para estar mucho tiempo trabajando bajo tus órdenes, bajo tus manos.
Hoy sé que si te viese dibujando en la calle, te rondaría hasta que me mirases, y sabiendo cómo eres, esperaría a que me sonrieses con esos ojos negros.
2 comentaris:
Curios y gráfica imagen la del rapto de Proserpina...
¿con los dedos así de hundidos?
un abrazo !!!
Un símil molt sensual i ben escrit! Qui pogués fer un erasmus en aquesta Itàlia tan artísticament exhuberant...
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