Después de hacer el recorrido de todos los días con el sol de cara, subimos al metro en "Policlinico" y sube con nosotros uno de los músicos que nos acompañan en casi todos los trayectos suburbanos, sólo que esta vez no es el niño vestido de Nike con el acordeón, ni el señor gordito que toca la guitarra mientras su hijo se las apaña para hacer sonar un acordeón precintado con cinta de embalar, ni la joven con el niño colgando de la espalda.
Hoy es un hombre bien vestido, con una guitarra eléctrica roja. Sin amplificador. Suena bien.
Prossima fermata "Castro Pretorio"... sube un vigilante de seguridad y discretamente le dice al músico:
-"Alla prossima fermata, scende".
La guitarra deja de sonar. El hombre, con la mirada clavada en el suelo, mete la guitarra brillante en su funda. Nos miramos perplejas, y decimos a la vez:
-"Yo que a este le iba a echar dinero".
Hoy es un hombre bien vestido, con una guitarra eléctrica roja. Sin amplificador. Suena bien.
Prossima fermata "Castro Pretorio"... sube un vigilante de seguridad y discretamente le dice al músico:
-"Alla prossima fermata, scende".
La guitarra deja de sonar. El hombre, con la mirada clavada en el suelo, mete la guitarra brillante en su funda. Nos miramos perplejas, y decimos a la vez:
-"Yo que a este le iba a echar dinero".
1 comentari:
creo que se de quien me hablas yo tambien me lo he encontrado alguna vez y es bueno la verdad.
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