dimarts, 20 de novembre del 2007

Si naciera cien veces, cien veces sería educadora

He recibido un e-mail de esos que se mandan en cadena y que no suelen decir nada interesante, pero por el asunto, me he decidido a leerlo. El mail contenía una foto de "El Rafita". La intención del e-mail era hacérselo llegar al mayor número de personas posibles para que sepan la identidad de este chaval que cuando tenía catorce años torturó, quemó y asesinó a una chica con discapacidad intelectual (no "a una joven deficiente mental"). Claro está que eso bien, no está. Pero ¿está bien que se distribuyan fotos de asesinos, violadores, maltratadores, enfermos mentales, drogodependientes, etc?. Parémonos a pensar un instante. "Ojo por ojo... y al final todos quedaremos ciegos". Sería interesante para la rehabilitación, inserción, curación, integración, reinserción, desabituación (o como queramos llamarle) de todas estas personas, que valoráramos que si se les encasilla en algo, nunca podrán reinsertarse en ninguna parte, porque todos los humanos tenemos el enorme defecto de juzgar, categorizar, marginar y apartar a aquello que no nos gusta, nos da miedo, no es cómo nosotros... Si el tal Rafita cometió un delito espantoso y ya ha pagado por ello (la condena máxima para un menor de edad es de 4 años, y eso no es culpa de él, ni del que le juzgó, si no de la forma en que están escritas las leyes) lo lógico sería no dar publicidad, no llenar estos casos de un morbo innecesario, y dejar que, bajo todas las vigilancias necesarias que sí se toman, y que por supuesto tiene que cumplir el Rafita (años de libertad vigilada, y quizá algunas cosas más), vivieran en el anonimato que se necesita para volver a la vida.
Por si alguien quiere acordarse, el joven de la Katana también pasó buena parte de su adolescencia en un centro de reeducación de menores (fallan muchas veces porque desde dentro no se ha hecho nada, no porque los menores no estén dispuestos a cambiar), y cuando salió, tuve la oportunidad de leer un discreto artículo en el periódico que mostraba cómo había rehecho su vida, alejado de allí donde le conocían, trabajando y saliendo con una chica, cumpliendo diariamente con sus obligaciones penales, y respetando (esta vez sí) los límites de su libertad y la de los demás. Si se le pone una etiqueta en la cabeza (tipo "soy un asesino"), es bastante difícil que pueda llevar una vida normalizada. Si creemos que no se merece llevar esa vida normalizada, implantemos de nuevo la pena de muerte y arreglado. Pero sí asumimos cuáles son nuestras leyes, que vivimos en un Estado de Derecho, y que la pena de muerte vulnera los Derechos Humanos fundamentales (si tu no puedes matar a nadie, nadie puede decidir que tu merezcas la muerte). Y como, por tanto, sí tiene derecho a llevar una vida normalizada, lo lógico será no complicar más las cosas. La reinserción es cosa de todos. Es necesario un feed-back, el delincuente no puede reinsertarse si la sociedad no le deja, al igual que no puede reinsertarse si él no quiere. No olvidemos que muchas personas que han cometido delitos (especialmente el de matar) pueden tener enormes problemas psíquicos (ya sea previos o a raíz del delito). Asumir que se ha matado a alguien no debe ser fácil. En nuestra mano está si lo hacemos todo más difícil o más fácil. Y si "el Rafita" tiene problemas mentales por/para haber hecho lo que hizo, lo justo es que se le trate, no que se le de la espalda. Si le das la espalda a este chaval porque no se merece tu atención, entonces es cuando estás creando un peligro para la sociedad. Así, de esa falta de atención, es como nacen muchos delincuentes.
P.D.: Acabo de leer que la Universidad Católica de Valencia considera que el condón no frena el SIDA... así, así es cómo se afrontan los problemas... no hagamos caso al hecho de que cada vez se inician antes las relaciones sexuales, y pensemos sólo en castidad, y monogamia, que total, no vivimos en uno de los países con más divorcios e infidelidades...

1 comentari:

mai ha dit...

ya lo dijo Gandhi, "ojo por ojo y el mundo se quedra ciego"