dijous, 29 de novembre del 2007

Los autobuses de Roma son como el cauce del rio Turia


A lo largo de hoy he pensado varias veces en cómo una persona debe reaccionar cuando viene una mujer joven, quizá tan joven como tú, embarazada y llevando de la mano a una niña rubia y despeinada, que regala besos al aire, y te pide una limosna... te das cuenta de que sólo puedes mirarle a los ojos porque es tan pequeña que en realidad no sabe lo que pasa a su alrededor. A la madre no puedes mirarla, ni a ella ni a tantas otras personas que vagan por la ciudad de Roma. Aquí se dan bastantes limosnas, no sé si llama la atención porque el número de mendigos es tan grande, que en realidad se están dando las limosnas en la misma proporción en que se darían en Valencia, Madrid, o Barcelona, o si es un comportamiento generalizado y aceptado por los romanos... Mientras piensas esto, caes en la cuenta de que estás aquí gracias a varias becas, becas que en este país que me acoge apenas existen, están escondidas junto con todas las ayudas sociales que no se dan. Por lo que he podido ver, la política social se limita a comedores sociales, bonos-descuento para hacer la compra y dispensarios de ropa usada. Y con todo esto ayudan a personas sin hogar, drogodependientes, mendigos... e inmigrantes. En Italia los inmigrantes son considerados por la Ley como ciudadanos de segunda, e imagino que si así son considerados, así serán tratados. Recuerdo París, sus batallas campales en la banlieu, en que está volviendo a pasar, y en que no dejará de suceder, pero cada vez ocurrirá en más lugares, en todos esas grandes ciudades donde ya no hay inmigrantes recién llegados, si no inmigrantes de segunda generación, nacidos en ese país, y así, con el paso del tiempo, se verá qué sociedades están asimilando la realidad y cuáles no. De momento creo que tenemos todas las de perder.