dijous, 30 d’octubre del 2008

Sexo en Nueva York

Esta semana, en una de mis eternas madrugadas de trabajo, me decidí a ver la película "Sexo en Nueva York". En mi favor diré que nunca he visto la serie, y que sólo quería reírme un rato. La película (on-line) no se veía bien, así que decidí dejarlo, y busqué, también on-line, el primer capítulo de la serie.
No encuentro palabras suficientes para descalificar la basura que ofrece una serie que vende "la historia de cuatro mujeres independientes, con carácter, maduras y dispuestas a vivir la vida sin ser juzgadas" cuando en realidad son cuatro mujeres, (perfectamente podrían ser cuatro adolescentes), que en un intento frustrado de ser el ejemplo de la feminidad, son el claro retrato de mujeres vacías, sin carácter ni carisma, cuya personalidad está definida por revistas de inteligencia tal como Vogue o Cosmopolitan.
Son el tipo de feministas rancías, que ponen los pelos de punta, al ver que en su intento (de nuevo frustrado) de conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, deciden imitar al hombre en aspectos de los que el propio hombre no debería estar orgulloso. Eso no es igualdad, ni tampoco feminismo. Es el eterno "quiero y no puedo": se mueren por aprender el comportamiento sexual masculino de "el polvo de una noche", de "nosotras también podemos", "nosotras mandamos", llegando a caer en la frivolidad de relaciones vacías, donde en realidad siempre hay ocultas muchas ganas de bodorrios, contratos pre-matrimoniales (ya se sabe, para poder ser una chica pija en Nueva York sin pegar palo al agua), y si cabe, algún que otro hijo.
Muestran el perfil de una mujer que en su intento (frustrado, como no) de ser moderna, cosmopolita e independiente, se queda a medio camino, en el punto vacuo de aparentar algo que no se es. La frivolidad que desborda esta serie, nos hace un flaco favor a las mujeres.
Adelante a aquellas mujeres que quieran vivir una vida libre, que quieran ser (y no aparentar) independientes, porque se necesitan algunas herramientas más que las revistas de moda pijas que leen. Bienvenidas sean las mujeres que no temen ser juzgadas, y que sobre todo, no temen la diferencia. Venden el modelo tradicional de mujer adaptado al siglo XXI; casi me atrevería a decir, que en vez de ser esclavizadas, son esclavas de sí mismas.
D
esde luego, si en Nueva York eso es ser mujer, YO me alegro mucho de no vivir (ni follar) allí.

1 comentari:

mai ha dit...

totalmente de acuerdo, estoy viendola para un trabajo de radio y la verdad es igual de cutre que "mujer de hoy" y cosas por el estilo. ponte guapa para conquistar a tu hombre...super independiente vamos!