Resaca de 40 horas de sueño; acabo una chusta, y a dormir. Sueño que estabas por ahí cerca, que no me mordía las uñas, aunque estuvieses por ahí cerca. Era el sueño de una sensación. Sin protagonistas, sin imágenes. Sólo recuerdo que me embriaga la sutilidad de tu sonrisa, la frialdad de mi miedo, las ganas de estrellarte contra la pared. Recuerdo incluso tu olor, esa que me rechaza; las palabras que no dices, las manos que no me sujetan. Y sin embargo, estas por ahí cerca. ¿Si estás en mi sueño es que estás soñando conmigo?
Las 7.10. Abro un ojo, y tengo un mensaje; sonrío. Vuelvo del baño con los ojos cerrados, e intento recuperar ese sueño.
Resaca de 8 horas soñando contigo. Aparecen las imágenes, y estás aquí, bajo el nórdico, dándome la espalda. Te miro desde lo lejos que pueden llegar a ser 15 centímetros, y no te veo.
Las 8.15: suena el despertador. Se ha quedado la dulzura en el ambiente, aunque el olor ya no es tan intenso como en el sueño... ni siquiera la almohada huele a ti. Me abrazo bien fuerte a ella, buscándole cobijo al madrugón, intentando reconstruir el sueño que se apagó al abrir los ojos.
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