Es la primera tarde en, exactamente cuatro meses, que no vamos a hablar. No sé si debor conformarme con tu e-mail informativo en el que recalcas que a la larga es mejor dejarlo. Dejas vencidas tus fuerzas por no seguir adelante. Te merece más la pena perderme por el camino. La globalización emocional que se ha instalado definitivamente en tu vida te acobarda, te empequeñece, te hace volverte débil, sin retorno. La cobardía de tus palabras me da ostias en la cara: fuertes, con la mano abierta.
La desesperada convicción de que nunca habrá una tercera oportunidad, ahora que sé que esta segunda tampoco tenía que haber llegado; quizá tampoco la primera (y se perdió ese 11 de Mayo...)
Hacía años que una mañana no me arrancaba las ganas de vivir. Seguir adelante; sí, claro que se puede. Continuar después de haberte escuchado decir que tu burbuja es mejor que yo. Esta mañana en el metro (Línea 1) me sentía la protagonista de LOST IN TRASLATION (película que nunca llegaste a ver). Perdida en la ciudad, observada desde cualquier ventana, con la decrépita compañía de Radiohead, conteniendo todo el tiempo mis lágrimas, que no valen nada, como tus promesas. La llantera que no has aguantado, el beso de despedida que se fue contigo, las ganas de gemirte que tengo que transformar en silencio, como las ganas de zarandearte para que despiertes de una vez. Toca tierra, joder! Si vas solo por la calle, y sonríes, la gente te mira; si lloras, la gente te mira más.
La lista de cosas que nos han quedado por hacer; las vacaciones que pasarás sin mi. El tiempo que no me cogerás el teléfono... Siento haberte echado en cra ese "nuestra casa" mal colocado en una conversación borracha, porque sí que era la construcción de una ilusión. Siento algo parecido a ganas de volver a enero, cuando negabas todo, pero confiabas en mí. Cuando no me veías como una monstrua horrible, sacada de una historia de brujas, porque mi decepción roza lo humillante; mi dolor de cabeza no tolera un pensamiento más. Las ganas de todo lo que tengo, y no puedo hacer me golpean aún más que tus palabras. Me señalan con el dedo y me acusan de querer ser la protagonista de un drama que he originado yo.
No es justo que hagas como que estás bien; ni tampoco que hoy no me vayas a llamar. No es justo que no hayamos visto Barcelona como yo quería, ni que mire constantemente el móbil como fueses a aparecer por ahí. No es justo que me hayas puesto la miel en los labios, y tampoco que me hayas enseñado lo que finalmente no iba a ser. Pero sobre todo, no es justo que no me hayas sorprendido; que supiese cual iba a ser tu reacción, de puro predecible que era, y que, sin embargo, no me hayas sorprendido.
2 comentaris:
A veces pienso en lo estupido que fui, las fuerzas que gaste el tiempo que perdi...
" Ya sabes dónde tienes que llamar, para que te den de lado... "
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