Llega la Navidad, este año sin planes, sin fiestas, sin descanso. Llega la Navidad y todavía no he tenido tiempo para ver las luces azules que decoran las Ramblas conformando una cortina hacia el mar. Llega la Navidad y son días de atracones, regalos y villancicos. Hay quien no canta, hay quien no recibe nada y hay quien no come. Por todos ellos, porque si fuese capaz, pasaría la noche con vosotros, entre cajas de cartón,y briks de vino rancio. Porque si pudiese dejar mi ética profesional, subiría a uno de vosotros a mi casa a cenar conmigo; esta vez el intercambio, en lugar de por jeringuillas, sería por un pollo al horno. Aunque no tenga horno, compartiría todo lo que tengo, con quien puede sólo ofrecerme lo que no tengo: algo de compañía en esta Nochebuena catalana, lejos de todo eso que se pueda llegar a parecer a una noche familiar.
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